Sanar Heridas

Desde la niñez vamos teniendo distintas experiencias que nos van marcando y creando lo que somos ahora, todo influyó en nuestra forma de ser, de reaccionar y de relacionarnos con los demás.

Si no hemos detectado y trabajado en las heridas que tuvimos, seguiremos atrayendo hacia nosotros situaciones o personas que nos recuerdan que debemos sanarlas. Por ejemplo, cuando tenemos la herida de traición que surge cuando de pequeños fuimos engañados, nuestros padres no cumplían sus promesas, cuando llegó un nuevo hermano y nos sentimos desplazados o porqué traicionaron nuestra confianza... los motivos pueden ser muchos pero si no sanamos las heridas como ésta, seguiremos traicionándonos a nosotros mismos, dejaremos nuestros proyectos inconclusos o nuestros sueños sin cumplir. Además, buscamos inconscientemente a personas que nos traicionarán y engañarán por el simple hecho de no haber sanado la herida.

No se puede pedir que un manzano nos de naranjas, eso es imposible, no se da lo que no se tiene, lo que no se es... no podemos ser amados si primero no nos amamos y respetamos nosotros mismos.

Cuando sanamos nuestras heridas, sanamos nuestras relaciones, empiezan a llegar personas que pueden ayudarnos en nuestro proceso con amor, nuestra vida cambia porque cambiamos nosotros y no esperamos que lo hagan los demás.

Sanemos todo lo que nos está limitando, sanemos nuestro corazón, de nosotros depende cambiar lo que ahora nos hace infelices, nadie viene a esta vida a sufrir, todos somos responsables de la vida que llevamos y las relaciones que tenemos.